viernes, 8 de abril de 2016

Diálogos en el Vaticano, 19. AQC.906


 Tiempo de espera

Nos distrajo tanto, que al final resultó para Isabel y para mi una SORPRESIVA NOTICIA: la llamada del amigo Leovigildo Gómez Amezcua, Sacerdote conocido desde el Seminario Menor y Mayor,  y ahora canciller del Obispado de Guadix-Baza, que con gran satisfacción y alegría, en el momento de escucharme al teléfono me dijo:

“¡Pedro Jacinto!, te llamo en nombre de Antonio Dorado Soto, nuestro Obispo;  ¡TE HAN CONCEDIDO LA DISPENSA DEL CELIBATO!

Os felicito a Isabel y a ti, porque me hago cargo de todo el sufrimiento que estáis llevando; a continuación te envío el Documento Oficial en que el Obispo  te comunica la respuesta del Papa; ya podéis comenzar los trámites para recibir el Sacramento del Matrimonio  el que tanto habéis deseado y esperado; Antonio ya te felicitará pronto.”

Tras volver a España y esperar con angustia durante tres meses, recibí el Rescripto Papal anhelado, por el que Paulo VI me concedía la solicitada Dispensa de la Ley del Celibato:

En unos días me llegó la comunicación del 13 de septiembre /76, en que el Obispo de Guadix, me reproducía palabras del Rescripto papal que, con el respeto que siempre he tenido, tengo y tendré, por nuestra Madre la Iglesia, tenía términos de dudosa validez jurídica

Por respeto a mis lectores, añado unos comentarios y reflexiones, con los que veáis el proceso de mi Solicitud y el Rescripto Papal, más unos comentarios, que os permitirán conocer el final de esta, para mi, importante historia personal, que he querido compartir con todos vosotros, amigos, familiares y lectores en un clima de buenas intenciones y mejores deseos, humanos, sociales y espirituales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario