Ella vela junto a la almohada
de cada moribundo,
y endulza la amargura
del dolor y de la muerte,
cuando se agoniza.
Ella allana las montañas,
empareja los valles,
ablanda la llanura,
con el suave toque
de sus manos puras.
Al disfrutar junto a su lado
tanto tiempo
he aprendido
que no se vivir sin ella.
En cada recodo de mi andar
torpe por la vida.,
he sentido su presencia
y su calor.
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