Ella se entrega en cada instante
a los nuevos hijos,
sin descanso;
es largo y difícil el camino,
e interminable el llanto.
Ella, también sonríe,
y se alegra,
con la alegría
de sus buenos hijos,
que se suceden
en todos los senderos
de la Historia.
Ella acaricia, besa y sana
todas las llagas y las penas,
de sus hijos heridos,
de las guerras, las intrigas
y las emboscadas,
de la vida y la miseria.
Ella es un testigo excepcional,
de tu vida, de mi vida,
y de la vida de todos;
los que habitamos
en esta colina terrenal.
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