martes, 12 de julio de 2016

Diálogos en el Vaticano, 53. AQC. 935.


DIÁLOGO y Escrutinio SEGUNDO

Seguimiento de la Tesis Doctoral.

El Presidente dijo:

“Aunque todos los apartados de su extraña Tesis Doctoral están muy bien estructurados y su contenido es absolutamente irrefutable, nos ha causado una gran extrañeza que un Doctor en Teología solicite seguir ejerciendo el Sacerdocio desde su vida de Casado, en caso de que consiga la Dispensa  de la del Celibato que usted pide a la Santa Sede.

¿Cómo nos puede explicar usted esta aparente contradicción?

“Muy sencillo – respondí -; usted lo ha dicho, la contradicción solo es aparente.

Jesucristo mismo y las Santos Padres, en los cuatro primeros siglos de nuestro Cristianismo, nunca habrían pensado igual que usted; porque no existe ninguna contradicción revelada entre ser al mismo tiempo Sacerdote y Casado.

“Luego usted, señor Tortosa – interrumpió el Presidente - no admite la Doctrina actual de la Iglesia sobre la fiel observancia del Celibato eclesiástico”

“Perdone, señor Presidente – añadí –; yo no he dicho tal cosa ni lo pienso ni lo he pensado nunca; y se lo demuestro con mi presencia aquí, sometido a la autoridad de la Iglesia y a la voluntad y buen criterio de ustedes, los miembros de este Tribunal, que al final son libres de decidir sobre mi futuro humano y sacerdotal; por encima de todo, y ustedes son testigos, acepto de buen grado, sin reserva alguna, la totalidad de la Doctrina actual de la Madre Iglesia Católica, a la que he servido y serviré con amor mientras viva:”

“Claro – añadió el Presidente – afirma usted servir a la Iglesia, pero solicita la Dispensa para contraer Matrimonio y seguir ejerciendo, como si nada, el Sacerdocio, sabiendo que eso es ahora imposible.

¿No le parece?”
…….

“Yo apelo a Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, - contesté con rotundidad  y autoridad interior – la imposibilidad a que Su Excelencia se refiere está solp basadas en leyes superpuestas a lo largo de la historia, que  no están en plena concordancia con el Sacerdocio Apostólico que el mismo Cristo Jesús instituyó.

Hay muchas Leyes en el mundo de los hombres que no responden con fidelidad a la voluntad de Dios, sino a las conveniencias de los hombres y a sus instituciones particulares, que  a veces resultan  inconfesables.

Yo admito las Leyes, aunque estén mal hechas; pero, al mismo tiempo investigo y las constato con las fuentes y razones  de que nacieron y añado mis opiniones de mejora, como esta la Ley que nos ocupa, a la que se han concedido dos favores no del todo válidos, como son un peso basado en la Tradición, cosa no cierta, porque sólo cuenta con ocho siglos (de su aplicación universal) frente a a los once de práctica conyugal unida al Sacerdocio, según la voluntad expresa de Jesucristo; y otro, el segundo favor, no recomendable, es el carácter inamovible reduciendo la posibilidad de acceder al Sacerdocio a los no célibes, como si esa fuera la voluntad de Dios, siendo así que se le ha dado una categoría divina a una de las múltiples y simples  normas de vida eclesiástica, que no admite el valor de dogmática.

Las consecuencias reales resultantes han sido tan  catastróficas que, sin duda, está exigiendo una urgente necesidad de actualización o desaparición, según la opinión de nuestros mejores teólogos.

“¡Está usted – siguió – censurando las razones y los procedimientos históricos de la Iglesia”!?

“La estoy respetando y obedeciendo en todo.
Otra cosa es que usted ¡quiera verlo así o de otro modo” – apostillé -.

“Si es así – siguió el Presidente - ¿no le parece mejor que le demos la oportunidad de cambiar el texto de la Solicitud y hagamos desaparecer los párrafos que ofrecen ciertas dudas sobre sus ideas y posición teológica sobre estos argumentos de Celibato SÍ o Celibato NO?”
…….

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