DIÁLOGO y Escrutinio SEGUNDO
Seguimiento de la
Tesis Doctoral.
El Presidente dijo:
“Aunque todos los
apartados de su extraña Tesis Doctoral están muy bien estructurados y su
contenido es absolutamente irrefutable, nos ha causado una gran extrañeza que
un Doctor en Teología solicite seguir ejerciendo el Sacerdocio desde su vida de
Casado, en caso de que consiga la Dispensa
de la del Celibato que usted pide a la Santa Sede.
¿Cómo nos puede
explicar usted esta aparente contradicción?
“Muy sencillo –
respondí -; usted lo ha dicho, la contradicción solo es aparente.
Jesucristo mismo y las
Santos Padres, en los cuatro primeros siglos de nuestro Cristianismo, nunca
habrían pensado igual que usted; porque no existe ninguna contradicción
revelada entre ser al mismo tiempo Sacerdote y Casado.
“Luego usted, señor
Tortosa – interrumpió el Presidente - no admite la Doctrina actual de la
Iglesia sobre la fiel observancia del Celibato eclesiástico”
“Perdone,
señor Presidente – añadí –; yo no he dicho tal cosa ni lo pienso ni lo he
pensado nunca; y se lo demuestro con mi presencia aquí, sometido a la autoridad
de la Iglesia y a la voluntad y buen criterio de ustedes, los miembros de este
Tribunal, que al final son libres de decidir sobre mi futuro humano y
sacerdotal; por encima de todo, y ustedes son testigos, acepto de buen grado,
sin reserva alguna, la totalidad de la Doctrina actual de la Madre Iglesia
Católica, a la que he servido y serviré con amor mientras viva:”
“Claro – añadió el
Presidente – afirma usted servir a la Iglesia, pero solicita la Dispensa para
contraer Matrimonio y seguir ejerciendo, como si nada, el Sacerdocio, sabiendo
que eso es ahora imposible.
¿No le parece?”
…….
“Yo
apelo a Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, - contesté con rotundidad y autoridad interior – la imposibilidad a que
Su Excelencia se refiere está solp basadas en leyes superpuestas a lo largo de
la historia, que no están en plena
concordancia con el Sacerdocio Apostólico que el mismo Cristo Jesús instituyó.
Hay muchas Leyes en el
mundo de los hombres que no responden con fidelidad a la voluntad de Dios, sino
a las conveniencias de los hombres y a sus instituciones particulares, que a veces resultan inconfesables.
Yo admito las Leyes,
aunque estén mal hechas; pero, al mismo tiempo investigo y las constato con las
fuentes y razones de que nacieron y
añado mis opiniones de mejora, como esta la Ley que nos ocupa, a la que se han
concedido dos favores no del todo válidos, como son un peso basado en la
Tradición, cosa no cierta, porque sólo cuenta con ocho siglos (de su aplicación
universal) frente a a los once de práctica conyugal unida al Sacerdocio, según
la voluntad expresa de Jesucristo; y otro, el segundo favor, no recomendable,
es el carácter inamovible reduciendo la posibilidad de acceder al Sacerdocio a
los no célibes, como si esa fuera la voluntad de Dios, siendo así que se le ha
dado una categoría divina a una de las múltiples y simples normas de vida eclesiástica, que no admite el
valor de dogmática.
Las consecuencias
reales resultantes han sido tan
catastróficas que, sin duda, está exigiendo una urgente necesidad de
actualización o desaparición, según la opinión de nuestros mejores teólogos.
“¡Está usted – siguió
– censurando las razones y los procedimientos históricos de la Iglesia”!?
“La
estoy respetando y obedeciendo en todo.
Otra
cosa es que usted ¡quiera verlo así o de otro modo” – apostillé -.
“Si es así – siguió el
Presidente - ¿no le parece mejor que le demos la oportunidad de cambiar el
texto de la Solicitud y hagamos desaparecer los párrafos que ofrecen ciertas
dudas sobre sus ideas y posición teológica sobre estos argumentos de Celibato
SÍ o Celibato NO?”
…….
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