sábado, 2 de julio de 2016

Diálogos en el Vaticano, 51. AQC. 933.


San Pedro “in Vçincilis”, “ad vincula”  = “en cadenas” = San Pedro en cadenas o encadenado; al entrar en esta Basílica romana, uno tiene la rara sensación de perder la materialidad corporal para flotar en una especie de  súper existencia etérea, espiritual y mágica; acercarse a la urna que guarda las cadenas con las que estuvo atado el santo Apóstol Pedro, te infunde el valor de la vida y de la muerte, cuando te ilumina la fiel lámpara de la Fe;  cuando  das la vuelta hacia tu izquierda y te vas acercando al Mausoleo del gran  Papa Julio II, donde además de su restos están depositados sus manuscritos, te tiemblan las piernas y te da vueltas lo que te queda de cabeza.

Conforme te aproximas a la tumba papal, se te viene encima la más bella, la más fabulosa, impresionante y famosa de las estatuas realizadas por manos humanas;  quedarme, de pronto, petrificado ante la mirada, los gestos, los cabellas, las arterias y las venas bajo la piel marmolea del Moisés, al que su gran creador, Miguel Ángel, mientras le golpeaba  en la frente, dijo:·

“PARLA”,  HABLA.

Sólo eso le faltaba a la figura perfecta que acababa de realizar por el encargo expreso del Papa; una espina se clava en el alma al considerar que Julio II había muerto dos años antes (1513) y no pudo llegar a ver la colosal obra y única del mayor escultor de la Historia, mientras no se demuestre lo contrario.

Había agotado el tiempo y también mis fuerzas con un recorrido tan intenso y tan fuerte en emociones espirituales y artíst6icas; tras  comer dos ricas pizzas y un tinto italiano, terminando con un gran vaso de leche caliente, me retiré a soñar y revivir uno de los días más vibrantes de mi vida.

Día tercero

Visitas sin orden establecido

Me levanté sobre las diez de la mañana, desayuné en el Hotel y, cruzando a pie desde la Plaza del Quirinal bajé hasta la Piazza Navonna, en que tanto hay que ver, admirar y aprender:
…….

No hay comentarios:

Publicar un comentario