La vida es una permanente escuela de
aprendizaje.
Si estuvieramos más atentos a todo lo que
acontece a nuestro lado, terminaríamos siendo los más sabios del
mundo en poco tiempo.
Todas las personas que nos acompañan, a diario,
l@s familiares, l@s amig@s y muestors vecin@s; l@s compañer@s de trabajo, l@s
clientes y visitantes; son
una fuente inagotable de criterios, deseos e
ideales.
Uno puede pensar como ell@s o lo contrario; pero
en todo caso, esta abundancia de
libres aportaciones nos pueden hacer mejores y aportarnos muchos valores
de conducta y riqueza de sentimientos.
A veces soñamos con mundos tan lejanos y
diferentes
personas y situaciones, en que nos “podría haber
ido mejor”, y perdemos la oportunidad de aprovecharnos de esta realidad de
personas tan maravillosas como las que saludamos y tratamos a diario en el
propio “mundo real que nos rodea”.
Pienso con frecuencia en la gran suerte que he
tenido
de vivir
rodeado de las personas más buenas que las que jamás podría haber
imaginado.
Ell@s me han aportado toda la felicidad humana que
disfruto y comparto, cuando cada noche, antes de
ir a dormir, recuerdo y valoro a la luz de mi examen de conciencia; esto me
produce la satisfacción de revivir
en mis sueños las experiencias tenidas en la
relación vital de mi existencia temporal.
Doy gracias al Cielo por ello, por ell@s, por vosotr@s y por
mi.
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