Reflexiono para vosotr@s, como un insignificante
comensal, invitado de un Banquete, tan esquisito, tan extraordinario que, cuando todo ha terminado y todos se han
marchado, yo no acierto a dar una completa explicación de cuanto ha sucedido.
Permanezco todo atolondrado, recordando miradas,
palabras y sonrisas, el calor de sus manos apretadas a las mías, los infinitos
abrazos de bienvenida y con la emoción de una interminable despedida.
Ahora he quedado solo físicamente, pero al mismo
tiempo invadido de su presencia y de la vuestra.
Cierro los ojos de la cara para ver con más
claridad el
paisaje sin fondo ni fronteras de mi espíritu
sosegado y tranquilo.
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