domingo, 26 de mayo de 2013

AQC, DCCLXXXI

EL MUNDO QUE NOS RODEA, XIII
 
Existe, en la mayoría de los gobernantes, el afán de convertir en realidad las ideas preconcebidas por los ideólogos del partido político que les presneta y, por supuesto, les  apoya y controla.
Esta condición hace irrelevante la personalidad de los  gobernantes, por regla general.
Pero no siempre es así; el candidato elegido, intenta poner en juego sus propias ideas; no respeta las reglas de su partido, y se convierte en un democrático  dictador y, bajo la capa de “elegido por el pueblo”, da rienda suelta a sus ideales personales, por muy peregrinos que estos sean.
Lo normal es que abasayen a los sufridos ciudadanos, se tornen unos iluminados, eliminen a todo el que les estorba y finalicen siendo unos falsos ídolos de las masas populares, víctimas de las mayores atrocidades en el caos sociopolítico y la pobreza generalizada.
Como tales personales se repiten en la historia de todos los países, no es necesario, ni conveniente, repetir sus nombres ni sus funestos recuerdos.
Opino que no debieran ocupar página alguna en los libros de historia, a no ser por aquello de que “así se evita que vuelvan”. Allá cada cual.
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