EL MUNDO QUE NOS RODEA, 2
Ante todo debemos tener el corage de quemar “la
barca” de nuestro orgullo, tan cargada de inetereses egoístas, pues nos impiden
aplicar los sentidos con la limpieza precisa en el análisis personal juicioso
de cuantos acontecimientos y personas nos rodean.
Si al iniciar el recorrido de nuestra
contemplación, no
podemos soportar el fuerte olor a podrido que
llena el ambiente, es mejor tomar el camino de una posible vía de escape; pasar
de todo y sufrir de amargura en la convicción de nuestro mundo no tiene ya
remedio; por tanto, nosotros “comamos y bebamos que mañana moriremos”.
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