a veces molestan más
que una herida en el pellejo.
Hemos gustado la hiel,
su amargura y mal gusto,
de los momentos aviesos.
Todo se vuelve al revés,
cuando nos faltan los besos
del amado, de la amada;
besos que saben a miel
conjuntamente gustada.
No hay alarma cuando impera
nuestra buena voluntad;
la tormenta ya pasó,
se recupera la paz,
y un arco iris de amor
cubre montes y cañadas
del alma y del corazón.
Los amantes ya se encuentran
seguros en su refugio;
los truenos y las centellas
son ahora música suave,
que ronda los hemisferios,
hace temblar las estrellas
y eclipsa a los luceros.
Los choques de cada día,
rasguños e improperios,
son la salsa de la vida
si son alegres, sinceros.
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