domingo, 30 de diciembre de 2012

IMPULSOS, IV- Una mijer rebelde?

Tengo ahora 26 años.

“Escuche muchas veces en mi da que en Andalucía, México y en varios países y culturas
la mujer casada aguanta muchas rarezas de los maridos; incluso maltratos físicos y morales
hasta el extremo de comentar con las amigas ideas femeninas como esta:
“Yo soy muy feliz con mi marido y estoy muy segura de su amor y fidelidad.”
Una contertulia le pregunta:
“¿Por qué estás tan segura?”
“¡Porque me pega y me castiga siempre que tiene celos!”
Cuando contraje matrimonio pensaba en estos comentarios y, a veces, me preocupaba porque mi marido no presentaba signo de celos ni me pegaba; sería que no le importaba tanto mi fidelidad o que tal vez él se permitiría engañarme con otras mujeres, pasó un tiempo, asistimos a la boda de unos amigos y en el transcurso del baile el novio quiso bailar conmigo y en un momento dado me dio un beso inocente (a mi entender)  en la mejilla; pasaron dos días y mi esposo se comportó frío conmigo; yo no pude evitarlo y le dije:
“A ti te pasa algo, Andrés; llevamos dos días en no me besas y andas mohíno conmigo.”
Su respuesta fue una tremenda bofetada; me hizo sangrar por la boca y la nariz; tuve que permanecer una semana en casa para que nadie viera el derrame y mi ojo izquierdo morado/negro como consecuencia del golpe; también me reprochó diciendo:
“¡ ¿Encima de burlas de mi de esta manera? Yo no puedo besar donde ha puesto los labios otro hombre!”
Aquello me sentó tan mal, que le permití otra oportunidad de volver a pegarme.
No se lo que pueden pensar de mi los demás; tengo la suficiente valentía y coraje como para hacer lo que hice y que volveré a hacer si otro hombre me volviere a poner l mano encima.
Abané a mi marido esa misma noche; a los pocos días me di cuenta que estaba embarazada de una encantadora niña que acaba de cumplir dos añitos; él no ha querido firmar y reconocer a la niña como hija, aludiendo mi abandono de hogar y la supuesta posibilidad de
de mi embarazo con otro hombre.
El juez ha emitido, tras la prueba de paternidad y comprobados los malos tratos de que fui objeto, una sentencia de pensión vitalicia a cargo de mi maltratador y la negativa paternal de
mi “enamorado” y celoso maridito.
¡Juzgad vosotr@s!  

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