jueves, 27 de diciembre de 2012

NUEVOS IMPULSOS, II

Un hombre honesto:
"Al salir de una Iglesia me pone la mano un mendigo:
“Una limosna, por favor”
Le pregunto: “Por qué motivo está aquí pidiendo?”
“porque tengo hambre” – me responde.
“en este caso lo solucionamos en seguida; vente conmigo”
entramos en un bar cercano y el camarero me avisa casi temblando de nervios:
“ por favor, este hombre no pueda entrar aquí; el dueño me tiene avisado que si atiendo a este tipo de gente, me despedirá automáticamente”
“en tal caso, nos vamos; buenos días”
Nos dirigimos a otro bar de la zona; pedí para él un trozo de tortilla; rechazó beber vino ni cerveza que reemplazó por una infusión de manzanilla, lo comió todo; pagué la cuenta y salimos a la calle; le propuse un pequeño trabajo de jardinería; al mismo tiempo le facilité ropa mejor de la que llevaba, se duchó y le mostré el trabajo de qué se trataba; me dijo que si le pagaba una pensión para no tener que dormir en la calle o en algún cajero de la ciudad; le respondí que podía ir a contratar la pensión para estar tranquilo y empezar a realizar el atado de unas ramas ya cortadas para cargarlas luego en el camión municipal de recogida de  restos y podas correspondientes.
Tuve la idea de poner en su mano 2 monedas para inspirarle confianza y seguridad de que le iba a ir bien a mi lado; que iba a ganar lo suficiente para sobrevivir dignamente.
Se marchó, trascurrieron varias horas y no regresó.

A las catorce horas (2 de la tarde), un amigo cercano me dijo:
“el drogata al que diste de comer y le prometiste trabajo, está agarrado a la ventana del bar borracho como una cuba; esto te pasa por confiar en este tipo de individuos.”
Más tarde supe que la policía municipal lo retiró de la entrada de un comercio para poder abrir la puerta a las cinco de tarde.
Entre los mendigos drogadictos del pueblo, me contaron que lo habían enviado a un albergue, del que se había escapado y vuelto al mismo pueblo y vida tirada de antes; lo habían encontrado una noche refugiado en un cajero, apaleado brutalmente había muerto a las pocas horas.
Lamenté todo lo sucedido; pero he llegado a pensar que, si bien hice lo correcto al “dar de comer a un hambriento, evitando darle dinero que él hubiese gasto en vicios, cometí el error de poner luego dinero en sus manos con el que se emborrachó."
Esto merece una crítica.
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