sábado, 4 de agosto de 2012

SUEÑOS INSÓLITOS, 16, 1

    En el silencio nocturno
en que el mismo Dios parece
haberse “echado un ratito”,
agotado por los gritos
de los seres enfermizos,
de millones de hospitales,
de sanatorios y asilos.
    En las fibras intangibles
de mi alma espiritual
seguía doliendo la herida
de aquellos ojos perdidos,
del estómago vacío,
las lágrimas ya resecas
sobre la cara inocente,
y los moscos en los labios
de aquella “hija de la calle.”

Al lado está el Parlamento
del Gobierno y sus ministros,
la pradera se ha llenado
de tiendas atiborradas
de bebés abandonados,
de “drogatas”, pordioseros,
vividores por decreto,
de avenidas en sus cruces,
entre juegos malabares
y bocanadas de fuego;
de putas de esquina y media,
de rincones y portales,
enfermas de escaparate,
y viejitos moribundos
sin la compasión de nadie.
 .......

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