Me lancé desnudo al agua
obedeciendo
a la Cruz;
cuando
en el fondo a la izquierda
encontré
el oscuro túnel
y
nadé, nadé, nadé...
mis
pies tocaron el suelo
y
sonámbulo o despierto...
...o
soñando; no lo sé.
Mis ojos eran linternas,
iluminaban
paredes,
suelo,
techo y horizonte.
La luz de los ojos míos,
de
la que la Cruz habló,
se
hizo más clara y potente
hasta
descubrir al fondo
que
no estaba solo allí.
Entre dulces melodías
de
música celestial
inundaban
las estancias
de
aquella concavidad
que
me llenaban el alma
de
paz y seguridad.
Descubrí allá a lo lejos
que
una cápsula espacial
se
me acercaba sin ruido,
sin
estridencias ni avisos.
Su silencio y mi silencio
quedó
suspenso en el aire,
como
hálito espiritual
de
irrealidad y misterio.
.......
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