Ya se,
Padres Jesuitas,
que, en
los altares del mundo,
tenéis
mucho hijos santos;
pudiendo
como podéis,
sin
extorsionar a nadie,
olvidaros
no debéis,
dejar en
el triste olvido
a un
Jesuíta completo,
como
Ulpiano López Pérez,
de los
pies a la cabeza;
no es
justo, según Ignacio,
nuestro
Santo de Loyola.
Defendió la Compañía
en Roma,
España y América,
en el
campo y en la escuela,
en las
Universidades,
en la
cárcel y en la Iglesia.
Siempre fiel a Jesucristo,
sobre
honores y prebendas,
hasta
besar con sus labios
las
heridas de leprosos,
entre
ignorantes y sabios,
en la
“Isla del Cerríco”
Fin del
poema.
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