La vida nos arrastró;
y el
trabajo cotidiano,
forjando
con nuestra sangre,
amasada/
argamasada,
con los
ripios de colores
de tantos
hermanos pobres,
de pan y
conocimientos.
No supe cuando murió,
y lloré
mucho al saberlo;
ya era
tarde y no valía;
hubiera
estado a su lado,
habría
agarrado la esteba,
cuando su
mano soltó
aquella
cruz del arado,
que
durante ochenta años
roturó
tierras de almas,
sembrando
la Fe en ellas.
.......
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