martes, 14 de junio de 2016

Diálogos en el Vaticano, 43. AQC. 925


AVISO:

ESTIMAD@S AMIG@S LECTORES:

A continuación cuento con todos cuantos detalles recuerdo de aquellas entrevistas, según las notas que tomaba inmediatamente después de cada uno de lo encuentros, juicios, escrutinios teológicos, o diálogos, como queramos llamar.

Estaba seguro de la validez y Ortodoxia de mis afirmaciones sobre la necesidad de una actualización de la Ley del celibato en cuanto a su origen, razones de su obligación, impuesta a los Sacerdotes Seculares Diocesanos, auténticos sucesores de los Apóstoles  de Jesucristo que, como todos sabemos, ejercieron su misión desde su vida de casados, trabajadores, sin cobrar dinero alguno por su predicación ni por la administración de los Sacramentos, considerando a los que traficaban con la gracia de Dios, por dineros, unos “simoníacos”,, (aludiendo al incidente de San Pedro y el mago Simón, que podéis releer en Los Hechos de los Apóstoles, cuando Simón intentó comprar al Apóstol el poder de hacer milagros).
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Me encontraba en la encrucijada de la razón de mi vida sacerdotal y teológica, cuyo objetivo primordial ha sido, es y será “VIVIR EL EVANGELIO”, lo que me ha conducido a ajustar todos mis pensamientos, palabras y obras, al pensamiento, palabras y obras de Jesucristo:

-       El Evangelio como Código único de mi vida de cada instante.

-       Dar gratis de lo que hemos  recibido gratis: Fe, Amor, Gracia y Sacramentos.

-       Trabajar toda la vida en otra actividad profesional, para mi sustento y mi familia, compartiendo productos y beneficios con otras familias, personas necesitadas, trabajadores y comunidad de vecinos.

-       Entender la vida humana, cristiana, social y sexual, como un deber útil a los demás de colaboración y servicio a nuestro Padre y Creador de todo.

Si mi Obispo me comunica los recelos de las Congregaciones Romanas, del Clero y de la Doctrina de la Fe, sobre mi ortodoxia, por el hecho de haber solicitado la Dispensa de una ley, la que siempre había pensado que no se ajustaba a la voluntad, palabras y práctica de los apóstoles elegidos por Jesucristo, así como mis deseos, expresamente manifestados por escrito en la misma Solicitud, de continuar ejerciendo el Sacerdocio desde el Matrimonio Canónico.

El propio Obispo de Guadix, me advirtió que, dada la complejidad de la Curia vaticana, no iba a conseguir nada; sin embargo, cuando le manifesté ml necesidad de defender la ortodoxia de la Tesis doctoral y mi derecho a obtener la Solicitara Dispensa, me entregó una carta para que José María Carda, del Colegio Español de Roma, fuera conmigo a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la De, ante la cual yo tenía que explicar, defender y defender las razones teológicas de mi “extraña Solicitud.”
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