Llamé la atención
sobre la falta de respeto de la última intervención; ; hubo muchos aplausos y comentarios entre
ellos; un grupo de matrimonios vino conmigo hasta la sede de la Conferencia
Episcopal Española; con gran entusiasmo y gran
confianza cristiana solicitaron a Monseñor Don Antonio Dorado Soto que
se hicieran las cosas de tal manera que yo pudiera seguir ejerciendo el
Sacerdocio con absoluta normalidad; fue algo digno de ver y vivir.
Ante el Obispo y ante
ellos dejé muy claro que de momento pasaría un tiempo para solucionar todo lo
concerniente a la Dispensa.
Seguimos
trabajando como siempre; tanto Isabel Segura Pérez como yo manteníamos nuestro
buen comportamiento humano y cristiano; así y todo, hubo cosas
que, entre tanto que no llegase de Roma el de Dispensa, yo dejé, por respeto a
mis compañeros y fieles cristianos de nuestro entorno, dejé de celebrar los
Sacramentos y celebrar la Santa Misa en la Parroquia de San Lesmes Abad, de
Alcobendas.
Tanto los hermanos
Sacerdotes Don Jesús y José Antonio García Camón, como todos los demás
Sacerdotes que colaboraban en estas Parroquias de la zona, se portaron conmigo
mejor de lo que yo esperaba; su
comprensión, la colaboración y trato espiritual fueron inmejorables; eso dejó
en mí huellas de fraternidad eclesial que hoy, después de 39 años siguen vivas
y presentes en mi memoria y gratitud sincera.
Es
algo curioso y digno de constatarlo en estas memorias autobiográficas; jamás
hubo ni he encontrado a persona alguna en mi entorno que me haya reprochado ni
mis ideas ni mi toma de posición humana, moral cristiana, sacerdotal y
matrimonial; nunca yo falté al respeto a la forma de pensar y actuar de los
demás; quizás a mis espaldas alguien haya hablado pestes de mi persona, pero he
de pensar que cada uno tiene todo el derecho de opinar libremente según su
visión de las cosas.
Las relaciones
laborales, sociales, morales y religiosas siguieron siendo las mismas de
siempre.
…….
No hay comentarios:
Publicar un comentario