…CONTINUACIÓN…
Una vez marcado el
camino y tomada la decisión de forma irrevocable, tuve que explicar a mis
gentes la situación presente y futura de mi vida personal, del futuro del Colegio y que mi absoluta disponibilidad de servicio educativo a los demás dependía de
su decisión y aceptación libre.
Establecí un orden
cronológico para comunicarlo con la máxima rapidez en el tiempo y concisión en
esta forma:
1º Convoqué a cada
sector a una hora determinada y en distinto lugar, con el fin de evitar la
posible manipulación y divulgación de una noticia tan delicada, que era muy
oportuna para provocar un escándalo.
2º Hice una
comunicación personal al grupo de Sacerdotes compañeros de trabajo apostólico
en las Parroquias de Alcobendas, en la mañana:
“hermanos Sacerdotes,
os comunico que voy a solicitar de la Iglesia la Dispensa de mi Celibato para
contraer Matrimonio Cristiano y seguir dando mi servicio sacerdotal, como
siempre; la Santa Sede tiene la palabra para concederme lo que sea oportuno
para el bien de la Iglesia; lo que estoy dispuesto a aceptar con docilidad”.
La respuesta de mis
compañeros Sacerdotes fue un aplauso y una expresión sorprendente de uno de
ellos:
“Haces muy bien;
lástima de no tener el valor de hacer igual que tu”
3º Por la tarde de ese
día me dirigí a casa de y mi madre y hermanos, y les dije con las palabras más
sencillas que encontré; yo temía decepcionarles, porque eran felices con tener un
hijo y hermano cura; pero:
“Todos vosotros tenéis
una familia con vuestra pareja e hijos, vais a comprender, mejor que nadie, la
razón por la cual yo, sin dejar de ser
Sacerdote, porque lo seré eternamente; quiero contraer Matrimonio, al
estilo de los Apóstoles y formar una digna y santa familia, como tenéis
vosotros; necesito vuestro consentimiento y aprobación”.
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