jueves, 2 de junio de 2016

Diálogos en el Vaticano, 38. AQC. 920


…CONTINUACIÓN…

Una vez marcado el camino y tomada la decisión de forma irrevocable, tuve que explicar a mis gentes la situación presente y futura de mi vida personal, del futuro del Colegio y que  mi absoluta disponibilidad  de servicio educativo a los demás dependía de su decisión y aceptación libre.

Establecí un orden cronológico para comunicarlo con la máxima rapidez en el tiempo y concisión en esta forma:

1º Convoqué a cada sector a una hora determinada y en distinto lugar, con el fin de evitar la posible manipulación y divulgación de una noticia tan delicada, que era muy oportuna para provocar un escándalo.

2º Hice una comunicación personal al grupo de Sacerdotes compañeros de trabajo apostólico en las Parroquias de Alcobendas, en la mañana:

“hermanos Sacerdotes, os comunico que voy a solicitar de la Iglesia la Dispensa de mi Celibato para contraer Matrimonio Cristiano y seguir dando mi servicio sacerdotal, como siempre; la Santa Sede tiene la palabra para concederme lo que sea oportuno para el bien de la Iglesia; lo que estoy dispuesto a aceptar con docilidad”.

La respuesta de mis compañeros Sacerdotes fue un aplauso y una expresión sorprendente de uno de ellos:

“Haces muy bien; lástima de no tener el valor de hacer igual que tu”

3º Por la tarde de ese día me dirigí a casa de y mi madre y hermanos, y les dije con las palabras más sencillas que encontré; yo temía decepcionarles, porque eran felices con tener un hijo y hermano cura; pero:

“Todos vosotros tenéis una familia con vuestra pareja e hijos, vais a comprender, mejor que nadie, la razón por la cual yo, sin dejar de ser  Sacerdote, porque lo seré eternamente; quiero contraer Matrimonio, al estilo de los Apóstoles y formar una digna y santa familia, como tenéis vosotros; necesito vuestro consentimiento y aprobación”.
…….

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