CINCUENTA AÑOS, están
tan presentes en mi
mente y en mi espíritu.
Los sueño muchas veces, y me asaltan pesadillas en
la profundidad
desconocida de ese “vivir sin vivir”
que son los sueños; cuando estos nos permiten asistir
como convidados de piedra, o tomando parte activa
en sus originales
ceremonias tribales o familiares:
- solemnes
liturgias religiosas y ritos paganos;
- danzas
polinesias, pero de ritmos ancestrales;
- banquetes
bacanales donde se mezcla drogas
locura, sexo y frenesí que asusta
y horroriza;
- batallas
campales y muertes salvajes;
- amores
prohibidos y divinos cantos melódicos
celestiales. de muy diferentes
coloridos en el altar
la explanada ceremonial de Rano Kau, en los que
participan, cada uno según su función, los niños,
jóvenes, sacerdotes y militares
al son de sus cantos
y músicas con un monótono y
enloquecedor sonido
de tam-tam-tam y endiablados movimientos febriles,
durante largas horas más
extrañas,y tan sofisticadas,
jamás oídas en este nuestro
Planeta azul, marrón y
verde.
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