La nube estaba al romper
la seda de
nuestro cielo;
hora
secreta en el valle;
gentes
todas al abrigo
bajo las
tejas del suelo;
algo digno
creer creí,
sin reparar
en detalles:
sólo por gozar contigo
merecía estar allí.
Arco iris de colores,
de tus ojos embriagados,
de tus labios carmesí;
son nuestros besos y amores:
corazón de enamorados,
uno solo, que no dos;
pues ambos ya se han fundido
en un abrazo de amor,
en que todo se ha entregado.
Sólo el humo ha ascendido
dejándonos su calor;
desde ahora en adelante
hombre y mujer serán uno,
en vida, cuerpo y en alma;
todo en ellos vinculante,
amarrados con un nudo
que, entre el trabajo y la
calma,
se traduce : “los amantes”.
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