La importancia de nuestros vecinos y paisanos.
Cuando fuí ordenado Sacerdote, Presbitero de la
Santa Iglesia Catolica, me hice cargo de la Parroquia durante tres meses,
mientras Don José María S.A., el Párroco, se marchó a Argentina para participar
en la Gran Misión de Buenos Aires por los años 50 y 60 del siglo último pasado.
Uno de los centros de culto era un pueblito de
la provincia de Granada; sus pobladores eran labradores y pastores, cuyas
faenas no les dejaba mucho tiempo; sin embargo los domingos asistían con
regularidad a participar de la Santa Misa.
Para mi, que había crecido entre ellos,
resultaba muy sencillo y agradable hablarles de Dios y alimentar su vida
espiritual en el templo y en el andar por sus calles y plazas cada día.
Yo enseguida marché como misionero a tierras del Perú y otros países
Sudamericanos.
Pasaron varios años; volví de nuevo a España y
pude comprobar que muchas de aquellas gentes habían ya emigrado a otros pueblos
de España y Europa; la mayor parte de ellos marchó a los pueblos de la
provincia de Alicante, cuyo áuge en la fabbricación de juguetes y muñecas
constituía un atractivo centro industrial, donde encontraron trabajo y la
mejoría familiar que buscaban.
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Nota
de la Redacción: Una avería en la instalación ha retrsado la publicación.
Disculpen las molestias.
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