El suceso narrado sobre el accidente aereo, cada
uno lo cuenta segtún la posición gegrafica desde donde lo vió; yo tenía
diecisiete años y corría como una liebre; llegué el primero en avistar la
avioneta caída en el barranco; estaba inclinado sobre el piloto y escuché a la
gente hablar sobre la colina.
Silencio en este momento los detalles tan macabros
que contemplaron mis ojos.
Hubo comentarios de todos los colores y matices:
- la primera avioneta
venía desde Granada sola y sus ocupantes viajaban a Cartajena por razones
obvias de exámenes para la correspondiente promoción; en ese punto fueron alcanzados
por otro compañero que, por motivos de rencillas personales, que yo desconozco,
quería evitar el exámen de sus compañeros;
- el suceso fue casual,
producto de una simple imprudencia de compañeros jóvenes, inespertos y bisoños
en el arte de pilotar;
- alguien me contó que
hubo denuncias y juicios, peritajes e investigaciones, en que intervinieron el
Ejército del Aire y las familias de los tres fayecidos.
Cuando conté a mi padre lo que había sucedido,
él se echó a llorar y dijo:
“Esos chicos han muerto y ya no hay remedio, lo
que llena de pena es el sufrimiento que les queda por pasar a sus familiares,
compañeros y amigos.”
A continuación me abrazó, y lloramos juntos.
Yo he contado una cuarta parte de lo que vi; y
no me apetece narrar todo aquello qur pudiera herir, creo, la sensibilidad de
mis lectores y amig@s.
Mi vida de estudiante me condujo al cabo de
pocos días, al Seminario Menor de Guadix e impdió saber más de lo que se; lo
que me basta y sobra.
Fue un día trágico y triste para todos los habitantes de Matián y
alrededores.
Hoy en el lugar del siniestro accidente se
levantan tres cruces con los nombres y memoria de los tres jóvenes pilotos.
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