Pasados unos
cinco minutos, el Presidente, después de
haber intercambiado algunas palabras con los demás miembros de la mesa, se
dirigió a mi:
“Padre
Pedro, puede usted proceder a explicarnos el texto de su documento original,
que acabamos de leer; le escuchamos”
Me llamaron la atención dos detalles:
1º la forma de
dirigirse a mí: era la primera vez que me daba el tratamiento de ”padre Pedro”,
como recapacitando en mi carácter Sacerdotal, no tenido en cuanta hasta ahora;
sentí una especie de recuperación de autoridad moral en circunstancias más bien
adversas y humillantes para mi en “la tan penosa función de reo”.
2º Daba la sensación
que hasta ese momento no habían leído con la debida atención el texto original
de mi Solicitud; estaban llevando el caso con una rutina y ligereza habitual de
tantos otros casos de “secularizaciones, por lo que había que dar, según la
forma oficial, el “placet” ó “non placet”, como en tantas otras ocasiones; esto
era otro punto a mi favor, porque me obligaba
a demostrar la validez y oportunidad de acentuar la necesidad urgente
que tiene la Iglesia actual de revisar algunas de sus Leyes y disciplinas de
tipo variable a través de los siglos, sin perder valores esenciales del
Evangelio.
Muy tranquilo y
seguro, sabiendo todo lo que me jugaba, dije:
“Hermanos
Sacerdotes, según la categoría clerical que tengan cada uno de ustedes: quiero
agradecer la lectura que acaban de hacer de mi Solicitud de Dispensa de
Celibato Eclesiástico para poder recibir también el Sacramento del matrimonio cristiano y
canónico, en que manifiesto de forma clara y humilde, mi deseo de seguir
ejerciendo el Sacerdocio, aunque soy consciente, y aunque siento inmensa pena
por ello, de que eso no está permitido actualmente por la Iglesia.
Esto es todo; no tengo
más que decir. Ustedes pueden preguntarme lo que crean conveniente; y prometo
responder con sinceridad.
Gracias, por haberme oído una vez más.”
El Secretario
intervino:
“Para ajustarse a la realidad, debería usted
cambiar el texto de su Solicitud, y todo quedaría más correcto; ¿no le parece?
Si fuera incorrecto,
según los valores Teológicos, Bíblicos y Patrísticos, no los habría escrito;
pero esos valores están a mi favor; y con ellos hay que ver también la
trayectoria histórica que confirma que tras tantos siglos anteriores a la Ley
del Celibato, y la mala práctica de esta Ley a través de los últimos dieciséis
siglos, abogan no tanto para la desaparición de la misma, sino para un cambio
radical en la aplicación y alcance de la misma.
El Concilio Vaticano
II ha dejado claro que “el celibato no es ya una “conditio
sine qua non” para acceder al sacerdocio·”
el mayor argumento es
que Jesucristo eligió para sacerdotes tanto a hombres casados como célibes.
Qué mas podemos
decir?”
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