martes, 1 de marzo de 2016

Diálogos en el Vaticano,11. AQC.898


 El Tribunal cambia de actitud.

Pasados unos cinco  minutos, el Presidente, después de haber intercambiado algunas palabras con los demás miembros de la mesa, se dirigió a mi:

“Padre Pedro, puede usted proceder a explicarnos el texto de su documento original, que acabamos de leer; le escuchamos”

Me llamaron  la atención dos detalles:

1º la forma de dirigirse a mí: era la primera vez que me daba el tratamiento de ”padre Pedro”, como recapacitando en mi carácter Sacerdotal, no tenido en cuanta hasta ahora; sentí una especie de recuperación de autoridad moral en circunstancias más bien adversas y humillantes para mi en “la tan penosa función de reo”.

2º Daba la sensación que hasta ese momento no habían leído con la debida atención el texto original de mi Solicitud; estaban llevando el caso con una rutina y ligereza habitual de tantos otros casos de “secularizaciones, por lo que había que dar, según la forma oficial, el “placet” ó “non placet”, como en tantas otras ocasiones; esto era otro punto a mi favor, porque me obligaba  a demostrar la validez y oportunidad de acentuar la necesidad urgente que tiene la Iglesia actual de revisar algunas de sus Leyes y disciplinas de tipo variable a través de los siglos, sin perder valores esenciales del Evangelio.     

Muy tranquilo y seguro, sabiendo todo lo que me jugaba, dije:

“Hermanos Sacerdotes, según la categoría clerical que tengan cada uno de ustedes: quiero agradecer la lectura que acaban de hacer de mi Solicitud de Dispensa de Celibato Eclesiástico para poder recibir también el  Sacramento del matrimonio cristiano y canónico, en que manifiesto de forma clara y humilde, mi deseo de seguir ejerciendo el Sacerdocio, aunque soy consciente, y aunque siento inmensa pena por ello, de que eso no está permitido actualmente por la Iglesia.

Esto es todo; no tengo más que decir. Ustedes pueden preguntarme lo que crean conveniente; y prometo responder  con sinceridad.

Gracias,  por haberme oído una vez más.”

El Secretario intervino:

 “Para ajustarse a la realidad, debería usted cambiar el texto de su Solicitud, y todo quedaría más correcto; ¿no le parece?

Si fuera incorrecto, según los valores Teológicos, Bíblicos y Patrísticos, no los habría escrito; pero esos valores están a mi favor; y con ellos hay que ver también la trayectoria histórica que confirma que tras tantos siglos anteriores a la Ley del Celibato, y la mala práctica de esta Ley a través de los últimos dieciséis siglos, abogan no tanto para la desaparición de la misma, sino para un cambio radical en la aplicación y alcance de la misma.

El Concilio Vaticano II ha dejado claro que “el celibato no es ya una  “conditio  sine qua non” para acceder al sacerdocio·”

el mayor argumento es que Jesucristo eligió para sacerdotes tanto a hombres casados como célibes.

Qué mas podemos decir?”

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