jueves, 16 de febrero de 2012

San Valentín



Valentín santo y patrón
del amor y la amistad,
que vivió en el siglo tres
casando en modo secreto
a los jóvenes romanos;
supo Claudio Emperador
la tal clandestinidad,
y puso en marcha los cien,
verdugos con el gran reto
de acabar con los cristianos.

San Valentín no es un ángel
con alitas de Cupido,
ni el reclamo comercial
de regalos y colonias,
de ganancias y prebendas;
es un Sacerdote fiel
de aquellos tiempos de Claudio,
que con muerte martirial
bendijo novios y novias
en secreto de calendas.

Amor, misterioso amor,
que rozas el alma humana
como la abeja la flor,
como el colibrí la rosa
y la mariposa el aire;
llena nuestro corazón
de santa gracia cristiana,
de vida en pleno esplendor,
de alegría maravillosa
de pureza y de donaire.

El amor es un emblema
de encuentros inesperados,
de conocimientos niños,
de silencios y de gritos,
de lágrimas, de sonrisas;
con la angustia y el problema
de intereses encontrados,
entre insultos y cariños;
con documentos escritos
entre tormentas y brisas.

“Todos lo inconvenientes
han sido solucionados
entre besos y caricias”;
“te amo, me amas, nos amamos”,
“seremos siempre felices”,
“no te miento, no me mientes”,
“todo lo hemos superado”,
“una boda en las albricias
de la vida que empezamos,
Sí, te digo; Sí, me dices”.

Y cuando pasan los años
el amor se ha invertido
en hijas, hijos y nietos,
la ampliación de la familia,
gentes y amigos sin fin,
se olvidan todos los daños,
el amor reconvertido
nos hace dulces y tiernos,
todos nos tienen envidia;
y ¡Viva San Valentín!

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