sábado, 11 de febrero de 2012

Lo bello del mundo

Es una dicha, Señor,
y una suerte como hijo,
vivir cerca de tu altar
bajo tu amor y cobijo.
                                                
Andar siempre por tus sendas,
atento siempre al silbido,
del Pastor junto al rebaño
de preocupación transido.
                                  
Bajo la lluvia y el viento,
las nieves y vendavales
mil plantas desconocidas
y calores estivales.
                              
Durmiendo siempre a mi lado,
sobre la tierra en los surcos,
teniendo el cielo de manto
y de almohada un pedrusco.

Siendo la oración mi fuerza,
tu palabra mi alimento,
tu nombre mi protección
y mi bebida tu aliento.

Tras el descanso tranquilo,
las gracias de amanecer,
el sudor de la jornada,
la paz del anochecer.


A la luz abrir los ojos
y contemplar tu universo,
ver la luna y las estrellas,
tan igual y tan diverso.
                                                
Besar la tierra que piso,
el frescor de las praderas,
los aires oxigenados 
y las frescas torrenteras.
                                  
Las hormigas de los campos,
abejas y mariposas,
mil plantas desconocidas
y el aroma de las rosas. 
                              
Contemplar tu eternidad
en la rapidez del tiempo,
ver la grandeza del alma
en este mi frágil cuerpo.

El contraste de la vida,
el misterio de la muerte,
la donación de si mismo 
en el ser inteligente.

Y pensando siempre en Ti.
que eres mi vida y mi Todo,
quiero poseer tu Vida 
mientras existo en el lodo.

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